28 abril 2006

Prueba de Historia

Mail enviado por un Profesor de Historia a otro Profesor:
..te transcribo parte de una evaluación de Historia que tomé en primer año del turno noche.
Pregunta: "Nombra los períodos o edades en que se divide la Historia."
Respuesta: "Edad de Piedra; Edad Contemporánea; Edad Moderna; Era del Hielo 1; Era del Hielo 2."

Me parece que vamos derechito a la Era del Hielo 3.
Y ahí parece que sí, va a hacer frío en serio...

11 abril 2006

El silencio

Me quedé enganchado con el tema del silencio que trajo, hace algunas semanas Juan Ignacio. Hay un tema de catequesis en el silencio. Pero tendríamos que distinguir entre dos tipos de silencio.
Está el exterior, el que obtengo cuando apago la radio o me alejo de la ciudad o me encierro en mi cuarto. Pero éste no es ni el único ni el más importante. Hay otro silencio. El silencio del alma.
El ruido interior, ese que no me deja rezar, ese que me tiene embotado y afecta mis capacidades, me distrae mucho más que el ruido exterior.
Ciertamente que el silencio exterior es, en algunos casos, predisponente del interior pero nunca es su causante ni su determinante. Y hasta puede ser desfavorable, tratándose de un alma no acostumbrada. Por ejemplo, si me meten en la celda del monasterio de algún monje contemplativo, sin haber hecho el ejercicio de acallar los ruidos interiores, ¿cuánto tardaré en enloquecer?
Creo que se puede estar en contemplación, aunque sea difícil, en medio del ruido exterior; pero es imposible lograr un cierto recogimiento sin poner silencio a la multitud de pensamientos que me brotan de adentro. Si mi alma está sorda a causa de mis pasiones, Dios podrá gritar todo lo que quiera, que no lo escucharé.
Pero tiene razón Juan Ignacio, porque es cierto que ni en Misa se callan un poco. Y el tema es que muchas almas hacemos un gran esfuerzo para lograr un mínimo de silencio interior. Y este endeble y breve estado, corre el riesgo de desbaratarse con canciones inapropiadas y avisos inoportunos. Ni qué decir de los dieciocho besos que te plantan y de las treinta y seis manos que te abrazan.
Bueno... me fui de tema.
Ahora tengo que preparar la guía para la Adoración del Jueves Santo. Espero que la Prudencia me dicte cuánto de ruido y cuánto de silencio exterior es aconsejable para esta Comunidad.

03 abril 2006

Confesión

Se va otra Cuaresma.
Y se va como otras Cuaresmas.
No termino de purificar mi corazón.
Y si no puedo purificar el corazón, no puedo perdonar.
Y si no perdono, no me salvo.
A esta distancia recorrida de mi vida espiritual, el pecado debería aparecer (siempre aparece) como algo que, una vez producido, me lleve rápidamente a buscar el perdón.
¿Acaso no conozco la Gracia de Dios?
¿Cómo? ¿Qué si hablo de los deberes para con Dios, para con el prójimo y para conmigo? Sí. ¿De la falta de Oración? Sí. ¿De la frialdad en el trato con Dios y no dejarlo entrar a mi alma? Sí. ¿De falta de Esperanza y de no transmitir a los demás la seguridad de la Victoria de Nuestro Señor? Sí. ¿De falta de actos de amor concretos con los que me acompañan, los que me quieren, los que me necesitan y los que no me acompañan y no me quieren? Sí. ¿De faltas contra la pureza y debilidad en librar las ataduras materiales? Sí.
¿Qué si hablo de la Pereza y la Soberbia? También.
¿De haber dicho: “...me propongo firmemente no pecar más...” sin poner la debida confianza en la Gracia de Dios? Sí.
¿De no haber sido diligente en el cumplimiento de la Santa Penitencia? Sí.
¿Agravantes? Hay personas que dependen de mí. Hay almas que esperan mi testimonio.
¿Atenuantes? Ninguno.

Se va otra Cuaresma y quiero purificar mi corazón.