15 marzo 2006

Dame Dios mío lo que te queda

Dame Dios mío lo que te queda,
dame lo que nadie te pide.
No te pido el reposo, ni la tranquilidad.
Ni la del alma, ni la del cuerpo.
No te pido la riqueza, ni el éxito, ni la salud.
Tantos te piden eso Dios mío,
que ya no debes tenerlo.
Dame Dios Mío lo que te queda.
Dame lo que otros no quieren.
Quiero la inseguridad y la inquietud.
Quiero la tormenta y la lucha.
Dámelo, Dios mío, definitivamente.
Que yo esté seguro de tenerlo siempre,
porque no siempre tendré el coraje de pedírtelo.
Dame Dios Mío lo que te queda.
Dame lo que otros no quieren.
Pero dame también el coraje, la fuerza y la fe.
Solía rezarla en mi juventud. Hay otras versiones, pero no se ajustan a la que me viene a la mente.
Solía rezarla en mi juventud. La recuerdo como la Oración de un paracaidista francés.
Solía rezarla en mi juventud. Ahora no me animo.