26 marzo 2005

Aleluya, Aleluya.


1. Eterno Creatore del mondo
che regoli il corso del tempo,
il giorno tu alterni alla notte
per dare sollievo ai tuoi figli.

2. Già canta l'araldo del giorno,
la luce che guida le genti;
dissolve le forze del male,
il buio che copre la terra.

3. La sua melodia di salvezza
conduce gli erranti all'approdo;
al palpito della sua voce
si placa il tumulto del mare.

4. Si desta al clamore la Chiesa:
è stato lavato il peccato!
Il canto del gallo c'invita,
muoviamoci incontro al Signore.

5. Il cantico della speranza
cantiamo con fede, fratelli;
il canto di fede cantiamo,
è sorta l'aurora di pace.

6. Gesù Salvatore e Signore
rivolgi il tuo sguardo sul mondo,
la colpa è lavata dal pianto
se guardi i nostri peccati.

7. Tu luce increata risplendi
tu scuoti le menti dal sonno;
e noi ti invochiamo, Signore,
ammantaci con il tuo amore.
Amen.

24 marzo 2005

Te adoramos, Hostia Divina.


Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

22 marzo 2005

Anoche cayó la primera heladita

Así que, temprano, fui a echar agua caliente a los vidrios del auto y a calentarlo un poquito.
De todos modos llegué tarde al Colegio de los chicos. Nunca bajo a la formación, pero hoy tenía que dejar la ficha médica de Santiago, que está en primer grado. Todavía no había rezado a la mañana, pero Dios siempre me ataja. Bajé a la formación. Los alumnos en silencio escuchaban las palabras de la catequista sobre Semana Santa. Después, un Avemaría, Bendita sea tu pureza, Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros; Santo Tomás de Aquino, ruega por nosotros, En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Canto a la Bandera y a Clase. (¿Dios es capaz de mandarme nuevamente a la Primaria para que rece?).
Me vino a la mente el poema que rescata
ens “salvo mi corazón, todo está bien.”

Después recordé este poema de Fray Damián de la Vega (Siglo XVI) que, aunque es de Navidad, no puedo sacármelo de la cabeza en Cuaresma:

Nace en carne por tener
En qué poder padecer
Por el hombre que ama tanto.

Es condición ciertamente
Propia del enamorado,
Padecer por el amado
Trabajos ganosamente.

Por esto pues Cristo santo
Nace en carne por tener
En qué poder padecer
Por el hombre que ama tanto.

Nace en carne el Redentor
Pasible porque sin falta
La prueba de amor más alta
Es padecer por amor.

Y porque se entienda cuánto
Nos ha venido a querer,
Nace para padecer
Por el hombre que ama tanto.


Ahora, ya entrada la mañana le corrijo a ens el poema (que no se entere):
“y también mi corazón. Todo está bien”

21 marzo 2005

Cuarta estación: Jesús se encuentra con su Santa Madre

“Confluyen torrentes de amor y de dolor, con María siempre podremos santificar nuestras cruces.
Pero los niños por nacer le dicen a Jesús y nos dicen: Tu encuentro con María, tu Madre, Señor, ha sido muy doloroso y triste, pero yo no tengo una madre como Tú que me consuele y llore por mí. Estoy encerrado en el vientre de una mujer que me entregará para que me maten”. (del Vía Crucis del niño por nacer, Periódico CRISTO HOY, Nº 564).

Nuestro Señor le contestará desde la Cruz: “hijo, ahí tienes a tu madre”.

16 marzo 2005

Agustín


Agustín hubiera cumplido hoy dieciséis años. Pero murió hace diez.
Pongo aquí en crudo, un manojo de palabras que escribí hace algunos años.
Para recordarlo, nomás.
Disculpen lo lacrimógeno.

Ya no quiero jugar más este juego.
Agustín, salí de tu escondite.
Hace rato que te busco, te lo ruego.
Volvé a casa. Me rindo. Me venciste.

Cuando empezamos a jugar, creía
que te descubriría pronto entre las flores,
que oiría tu voz en el silencio,
que al tocar la piedra te liberaría.

En el rostro de los niños empecé a buscarte.
Y en tu cuarto, tu aula, tus amigos.
En todos encontré fieles testigos
de tu paso al salir, al escaparte.

Te busqué en nosotros, en mí
¿Cómo podía verte en todos lados
sin poder abrazarte como antes?

Tengo presente tus abrazos. Interminables.
¿Te acordás de los momentos que pasamos juntos?
No fueron muchos, pero fueron sí
buenos momentos.

Y te busqué en la vida y comprendí
que no te mereció, no supo conquistarte.

Viniste y te quedaste poco tiempo.
Para qué más.
Los instantes no se cuentan ni se miden.

Si hay un único dolor que reprocharte,
es el dolor del que se queda
esperando que vuelvas.
Para verte “dar la vuelta” con mamá.
Para escucharte decir “Sí, papito querido”.
Para descubrirte rezando solo.

Yo sé que o volverás o iré a buscarte.
Yo sé que nos encontraremos finalmente.
En un prado de flores volveré a abrazarte.
En un abrazo sin fin, eternamente.

Querido Agustín, te escribo esto que comenzó queriendo ser un poema rimado y termina siendo apenas un testimonio que parece borroneado... porque todavía me traicionan las lágrimas cuando te recuerdo, sobre todo en soledad y sobre todo cuando escribo.

Papá

11 marzo 2005

Aún es verano en la montaña

Los árboles han dormido su siesta vestidos de verde y, aquéllos que pierden sus hojas, despiertan confusos, con algo marchito en su interior. Miran el lago: Está calmo. Algo desde arriba lo oprime. Miran los ríos: traen poco agua. El verano les entregó ya toda la que tenía. Ellos presienten que se avecina un otoño atardecido.El Raulí en Otoño
Como quiera que sea, después de la siesta, siempre cuesta entrar en materia. Falta mucho para que, completamente desnudos, se entreguen al sueño nocturno del invierno.
Pero este otoño, el Ñire y la Lenga, el Álamo y el Raulí, el Ciruelo y el Manzano; van a entregarnos un espectáculo que no deja de asombrarme desde hace años. Antes de entrar sin ropaje al lecho invernal, sus hojas mudarán diariamente de color en un desfile vespertino irresistible. Unas veces empujadas por el viento, otras mojadas por la lluvia, irán del verde al amarillo, del verde al rojo, del verde al naranja, al ocre, para, luego, dejar al descubierto su húmeda estructura leñosa.
Así pasarán el frío invierno, que es vida latente y reposada para ellos. En los días de fiesta serán revestidos de blanco por alguna nevada maternal y bailarán con soles tenues la cíclica danza de los adormecidos.

10 marzo 2005

Iglesia Inmaculada

A raíz de conversaciones que tuve con un compañero de trabajo sobre este Blog, me dijo que ya que escribo sobre la Iglesia, por qué no posteaba sobre cómo debe mostrarse a los ojos de todos, con la dignidad de su Misión y de Aquél a quien representa.
El comentario se debió a distintas actitudes de miembros de la Iglesia que no la dejaban “bien parada”.
Creo que fue un reclamo sin malicia, más bien parecido al dolor de alguien que es defraudado por un amigo, o por un hermano o una madre.
Bueno, creo que corresponde darle una respuesta.
Nuestro Señor fundó la Iglesia para reunir en ella a todos los hombres, a todas las ovejas. No fundó un club de santos. La Iglesia se fundó, no para juntar santos sino para formarlos.
Ahora, si la Iglesia recibe a todos, como puede evitar que se den caídas y abusos.
El argumento se completaría (no por parte de mi amigo sino de alguna mente maliciosa) con: ...si el pecado sobreabunda en la Iglesia, la gracia de Cristo es ineficaz.
Es verdad que la Iglesia, sobre todo por los Sacramentos, distribuye la Gracia suficiente para que todos se salven, pero Dios ha querido no avasallar la libertad del hombre. De modo que si uno no es permeable a esa Gracia, queda sin efecto. Sino observemos a Judas. Tuvo el mejor maestro (el Maestro de los maestros en persona). Aprendió el amor del Amor, la dulzura de la Dulzura, fue enseñado y corregido como ningún hombre. Fue un privilegiado, y sin embargo lo traicionó.
¿Será que la medida del pecado se mide por la medida de la Gracia que se rechaza? Si es así, en mi juicio sólo apelo a la Misericordia Divina.
Y después de Judas, la Iglesia primitiva. Por las Epístolas vemos como se reprendía a las distintas comunidades.
Y la historia de la Iglesia está plagada de escándalos, herejías y pecados. Jesucristo profetizó la mezcla entre buenos y malos y hasta el último día no será separado el trigo de la cizaña.
Es que la Iglesia Inmaculada es esta misma pero cuando cumpla sus pruebas, cuando esté purificada y pueda entrar a la Gloria.
Cristo ama a la Iglesia, no por ser inmaculada sino para hacerla inmaculada.
Y ahí entramos todos, creo yo, a esta Comunidad donde se distribuye Gracia sobre gracia, tratando de no resistirla para que ella opere en nosotros.
Bajo el brazo llevamos, no nuestro currículum sino nuestro prontuario.

09 marzo 2005

Cuando escribo

Cuando escribo se despierta todo
De su sueño pueril, de su letargo
Y me agito y tiemblo y tengo frío
Y todo me reclama cuando escribo

Cuando escribo suelto amarras
Y me hago a la mar de las ideas
Y ruego que la sal de la marea
Venga en glosa al papel y sea su savia

A veces cuando escribo subo alto
Y hago un vuelo circular sobre las rosas
Hasta verles ese lado luminoso
Donde brotan los retoños de las cosas

Cuando escribo se me agolpan en la sangre
Muchas palabras para decir lo mismo
Ellas se ofrecen generosas
Yo sólo las elijo, cuando escribo.

Cuando escribo mi soledad se llena
De ancestrales y amables compañías
La impaciencia por hablar con ellos
Se me nota en los gestos, cuando escribo

Cuando escribo tañen las campanas
Significando que alguien, ese día,
Está intentando, con palabras llanas
Agregar a este mundo, melodía

Y yo sé que me delato cuando escribo
Porque me desnudo de las hojas muertas
Y combato ese pudor mal entendido
Que agobia y paraliza a los poetas

Cuando escribo, amo y voy de copas
Y estoy de fiesta y me huelgo cuando escribo
Cuando escribo lo hago a rienda suelta
Y a rienda suelta pierdo los estribos.

07 marzo 2005

El sermón que me hubiera gustado escuchar

No es necesario ser ciego para no ver. Si desde chico se educa el mal gusto, con televisión sin calidad, con revistas idiotas, con adornos de mal gusto, con formas de vestir inapropiadas, en la cual la atracción solo se logra mediante la obscenidad y el erotismo; si los críticos contemporáneos intentan vender un inodoro colgado en la pared como la suprema obra de arte del siglo XX; si imágenes blasfemas y hasta repulsivas encuentran la adhesión de representantes oficiales de la cultura; si algunos museos modernos nos introducen en lo deforme e incomprensible; si, por otro lado, aún en las manifestaciones supuestamente altas del espíritu como la literatura, se usan formas chabacanas, ¿qué se podrá esperar de la pobre gente, sobre todo los más jóvenes? ¿Cómo podrán aprender a mirar y deleitarse con lo bello?

Y, si más del ochenta por ciento de las entradas a Internet está constituido por ingresos a sitios pornográficos, ¿cuál será el buen gusto visual de la mayoría de la gente? ¿Cuál será su concepción de la mujer, del amor, de los verdaderos gustos del espíritu? Alguien que, por ejemplo, conoce lo femenino sólo a través de esas imágenes ¿percibirá la belleza de una verdadera mujer? ¿Podrá entender un verdadero poema de amor?

Y, si vamos a lo racional, ¿quién observará la realidad con espíritu verdaderamente científico si no tiene método, lenguaje, lógica, rigor mental? ¿Quién sabrá ponerse en contacto con lo real si solo tiene de ciencia lo que le muestran los diarios? ¿Quién reflexionará con seriedad sobre los problemas del hombre, de Dios, de la interioridad humana, de la Iglesia, si se ha acostumbrado a aceptar en todos esos campos las opiniones de Moria Casán o de Maradona, o de cualquiera que pare un periodista por la calle?

Y, finalmente, ¿se puede encontrar uno con la Verdad y con Dios, con el lenguaje sumergido en la mediocridad, en la procacidad, en la pobreza de conceptos? ¿con los sentidos acostumbrados a los placeres groseros?

¿No será necesario purificar, en esta Cuaresma, nuestros ojos, enriquecer nuestra mirada, purgar nuestros oídos, llenarlos de sinfonía, enriquecer nuestra inteligencia, regarla de poesía, de palabra de Dios y de armonía de los divino?
Pero ese es el juego de luz y tinieblas, de videntes y no videntes, de ciegos y de los que creen ver, que desarrolla San Juan en el evangelio de hoy. La conclusión es que los que creían ver no veían; y el que todos pensaban que era ciego, finalmente, es el que termina viendo.
“Creo, Señor”, y se postró ante él.

Estas palabras están extractadas de un sermón dicho ayer a 1.600 kms de distancia. Padre Gustavo, como extraño tus sermones.

03 marzo 2005

¿Se usa o no se usa?


Esta es la pregunta que se hace una abrumadora mayoría de adolescentes. En sus mentes no hay otro criterio de distinción. No se preguntan si es bueno o malo, útil o inútil, si les conviene o no les conviene. No importa si es chico, grande, o parece sucio o ridículo.

Las víctimas de la moda pasan a formar parte de una manada que tienen en común “lo que se usa”. Son adoradores de un ídolo. Este ídolo, en otras épocas era un neurasténico parisino que decidía cómo sorprender, esa temporada, con un modelo más ridículo que el de la temporada pasada.

Pero las cosas han cambiado. Hoy ni siquiera hace falta ser modisto para ser guía de masas. Es suficiente un breve paso mediático por la televisión para que una persona se convierta en modelo de modelos. Entonces ya puede instalar su torpeza en el vestir, en el hablar o en hacer un gesto determinado. Antes de una semana veremos o escucharemos a toda la manada configurada con el ídolo de turno.

Antes los hijos aprendían de los padres, luego los hijos aprenden de sus ídolos, pero ahora los padres aprenden de sus hijos. ¿Y qué aprenden? Aprenden el modo más rápido de vaciarse del contenido que tuvieron y la forma más disimulada de entrar a la manada.

¿No será que esta generación de padres (a la cual pertenezco) ya había prevaricado antes, desoyendo el mandato de la Escritura? “No desplaces los linderos antiguos, esos que colocaron tus padres” (Proverbios XXII 28).

01 marzo 2005

Paganismo y Neopaganismo

“Suponte por un momento que eres llevado al punto más elevado de una alta montaña; que desde allí divisas el aspecto de todas las cosas situadas debajo de ti y que, dirigiendo tu mirada por doquier, observas bien los torbellinos de este mundo agitado. Entonces te compadecerás del mundo y, amonestándote a ti mismo y muy agradecido a Dios, te regocijarás con mayor alegría de haberte liberado de él.

Contempla los caminos plagados de ladrones; las guerras entre ejércitos, horriblemente cruentas, esparcidas por todas partes. Toda la tierra está bañada en sangre de unos y otros. Al homicidio se lo considera un crimen cuando se comete privadamente, mas se lo llama virtud cuando se ejecuta en nombre del Estado. No es la inocencia la que concede impunidad a los criminales, sino la magnitud del crimen.

La vida privada

¡Oh, si desde esa alta atalaya pudieses clavar tus ojos en los lugares secretos, abrir las puertas cerradas de los aposentos y sacar a plena luz las recónditas intimidades!

Verías a los impúdicos hacer aquello que una persona honrada no podría siquiera mirar, verías lo que es ya un crimen tan sólo ver, verías lo que quienes, fuera de sí por la locura de los vicios, niegan haber hecho y se apresuran a hacer. Varones que se echan encima de otros varones con deseos irrefrenables. Hacen cosas que ni siquiera pueden aprobar los mismos que las hacen. Miento si un individuo así no acusa a los otros de esto mismo, si un deshonesto no difama a los honestos y cree que, a pesar de ser consciente de su culpa, ha quedado así libre de ella, como si la conciencia no fuera ya suficiente.

Estos, que son acusadores en público y reos en privado, vienen a ser jueces contra sí mismos al tiempo que culpables. Condenan fuera lo que hacen dentro; cometen de buen gusto lo que incriminan una vez que lo han cometido. Es una audacia muy propia de sus vicios y una desvergüenza, que concuerda plenamente con estos impúdicos. Y no te maravilles de lo que estos sujetos hablan. En ellos el mal, que se hace ya con las palabras, es lo de menos.

El foro (los tribunales)

Mas, después de ver los caminos infestados de salteadores, las múltiples guerras diseminadas por el orbe entero, los espectáculos cruentos o torpes, las acciones vergonzosas de la lujuria cometidas en prostíbulos o que quedan en secreto dentro de las paredes de la casa, las que cuanto más en secreto queda la culpa mayor es el desenfreno, después de todo esto, quizá te parezca que queda a salvo el foro, ya que, libre de estos provocativos desmanes, no debería mancharse con ningún contacto pernicioso.

Pues bien, dirige a este punto tu mirada: encontrarás tantas cosas detestables que no tendrás más remedio que apartar de allí tus ojos. Aunque las leyes estén grabadas en doce tablas y todo el derecho esté expuesto en público en planchas de cobre colgadas, se delinque delante de las leyes, se peca delante del derecho, la inocencia no se respeta ni siquiera allí donde se defiende. Entre los contendientes se desencadena la rabia de una parte contra la otra y, rota la paz, en medio de las togas muge el foro alborotado durante los procesos.

Allí están preparados la lanza, la espada, el garfio que desgarra, el verdugo, el potro que estira, el fuego que abrasa; más suplicios para el cuerpo humano que miembros tiene. Y ¿Quién viene en auxilio en medio de estos suplicios? ¿El abogado? Prevarica y engaña. ¿El juez? Vende la sentencia. El que tiene la misión de castigar los crímenes, él mismo los comete y, con tal de condenar a un acusado que es inocente, él mismo se hace culpable.

Los delitos abundan por todas partes y por doquier actúa un virus dañino a través de mentes depravadas con toda clase y género de pecados. Uno altera un testamento, otro escribe una cosa falsa en un crimen capital, por un lado se los priva a los hijos de la herencia, por otro se dan sus bienes a extraños. Siempre hay un enemigo que acusa falsamente, un calumniador que embiste, un testigo que declara contra la verdad. Por cualquier lado se presenta gente atrevida que por dinero prostituye su palabra para inventar crímenes, de modo que, mientras perecen los inocentes, no les ocurre nada a los culpables.

No existe ningún miedo a las leyes, ningún temor al fiscal o al juez. No se teme, naturalmente, lo que puede comprarse.

Ser inocente entre criminales es ya un delito y quien no imita a los malos los ofende. Las leyes van de acuerdo con los pecados y acaba por ser lícito lo que todo el mundo hace.

¿Qué respeto y qué honradez pueden existir allí donde no hay quien condene a los malvados y donde te encuentras tan sólo con gente que deberían condenar?

El teatro

Vuelve ahora tu mirada a los no menos abominables males de otro espectáculo, también en los teatros podrás contemplar lo que para ti no sólo es motivo de dolor, sino incluso de vergüenza. El género trágico sirve para evocar en verso crímenes antiguos. De manera plástica, como si fueran reales, se presentan los horrores de parricidios e incestos del pasado, a fin de que con el transcurso de los siglos no caiga en el olvido aquello que una vez se cometió. Cada generación queda advertida, escuchando estas cosas, de que puede hacer esto mismo que se hizo entonces. No fenecen nunca los delitos con el decurso de los siglos, nunca queda soterrado el crimen con el tiempo, nunca la iniquidad se sepulta en el olvido. Tales cosas dejaron de ser fechorías para convertirse en ejemplos.

Deleita, además, en las comedias, la enseñanza de cosas torpes, tanto al recordar lo que uno ha hecho en casa como al escuchar lo que podría hacer. Se aprende el adulterio viéndolo allí y, siendo una incitación al vicio este mal de influencia pública, quizá alguna matrona haya ido al espectáculo siendo púdica y regrese de él siendo impúdica.

Y, además, ¡cuánta corrupción de costumbres, qué fomento de lo obsceno, qué modo de alimentar los vicios! Uno se corrompe con aquellos gestos histriónicos y contempla una representación hecha de torpezas incestuosas contrarias a las leyes y al derecho de la naturaleza. Se castran los varones y todo el honor y el vigor del sexo se desvirtúan con la deshonra de un cuerpo afeminado. E, incluso, gusta más allí quien de varón en mujer mejor se haya transformado. Según el crimen crecen los aplausos y se considera mejor artista al que mayores torpezas realiza. Y a esto ¡qué horror! se lo contempla con gusto. ¿A qué cosa no puede incitar un individuo así? Despierta los sentidos, enciende la pasión, vence la más recta conciencia de un corazón bueno.

Y nunca le falta un ejemplo de esta halagadora desvergüenza, de modo que, al oírlo, lo pernicioso se introduzca en los hombres con mayor suavidad. Representan a la impúdica Venus, al adúltero Marte, a aquel Júpiter suyo superior a todos en poder no más que en vicios, que ardía con sus propios rayos en amores terrenos, bien emblanqueciéndose en las plumas de un cisne, bien deslizándose en lluvia de oro, bien lanzándose a raptar jóvenes adolescentes sirviéndose de aves. Puedes preguntarte si es posible que permanezcan siendo íntegros y puros los espectadores. Imitarán a los dioses que veneran y los miserables convertirán en actos religiosos sus delitos.”


Aunque parezca mentira, este texto no fue escrito en el siglo veinte o veintiuno, sino en el siglo tres por San Cipriano*. Converso por la Gracia de Dios (a causa de la inmoralidad de las costumbres, tanto privadas como públicas), Cipriano fue desterrado en el 257 y decapitado el 24 de septiembre del 258.

No pretendo, con esto, disimular la importancia ni la gravedad de la situación actual, pero parece que la naturaleza del pecado es y será siempre la misma.

(*)Fragmentos De "Adonato" De San Cipriano. Ed. Ciudad Nueva - Madrid 1991 -